25 de abril de 2016

La creatividad de los mexicanos es lo único que el muro no puede detener



A fines del año 2010, el medioambientalista A.J. Schneller despertó antes del amanecer para ver las olas que reventaban en la playa frente a su hogar. Schneller vive en Imperial Beach, California, la ciudad más al suroeste de Estados Unidos. Esta ubicación le permite ver maravillosas puestas de sol y grandiosas vistas del océano, pero su proximidad con la frontera entre México y Estados Unidos también ofrece otro tipo de escenas únicas.
Schneller ha visto migrantes ilegales que saltan desde botes dedicados al tráfico de personas, que luego nadan hasta la costa y corren hacia las calles de este pequeño pueblo a orillas de la playa. Él ha visto como agentes de la Patrulla Fronteriza han detenido nadadores sospechosos de haber circunnavegado el “muro marítimo” que extiende la barrera fronteriza hacia el Océano Pacífico. Las ropas abandonadas por quienes cruzan es algo que se ve a diario en la playa.

Pero lo que Schneller vio emerger de las olas aquella mañana fue algo nuevo para él.
“Era muy extraño” dijo Schneller, “lo suficiente como para tomar mi cámara”.
Un hombre vestido con un traje isotérmico apareció a orillas de la playa, a sólo 9 metros de su balcón. Llevaba algo con la forma de un pequeño torpedo. Schneller, que es un ávido buceador, lo reconoció rápidamente como un dispositivo sumergible personal, un pequeño submarino que este hombre utilizó para viajar bajo la superficie del océano. Ya en la playa, el migrante sacó una bolsa plástica y, desde dentro de esta, un teléfono. Hizo una llamada, dejó el sumergible oculto entre unas rocas y caminó hacia el pueblo.

Los métodos para cruzar se amoldan a las mismas defensas que fueron concebidas para detener el cruce.
En el año 2006, cuatro años después de aprobada la Ley de Muro de Seguridad (o Secure Fence Act, en inglés), que permitió construir 1.126 kilómetros de muro para frustrar el tráfico de personas y drogas en la frontera sur de Estados Unidos, quedó claro que esta oleada sin precedentes en la vigilancia de la frontera había logrado mover las rutas de migración ilegal desde las ciudades fronterizas hasta algunas áreas más silvestres y de difícil acceso e incluso hasta alta mar. Pero, como un anticipo de lo que iba a pasar, las técnicas para cruzar se volvieron más innovadoras.

La agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, que cuenta con la mayor presencia de agentes en los 3,200 kilómetros de frontera que comparten México y Estados Unidos, dicen que a menudo deben jugar a la defensa cuando se trata de migración ilegal. Puede que la posición táctica de la Patrulla Fronteriza no sea contra los migrantes o incluso los traficantes de personas, quizás sea contra la creatividad misma.


Empecé a interesarme por las siempre innovadoras técnicas de migración alrededor del año 2000. A fines de los 90 visité Pueblo Escondido, al sur del estado mexicano de Oaxaca, y durante mi estadía me hice amigo de personas que vivían ahí. Uno de ellos era un joven surfista que pasaba los días pidiendo dinero o comida en la popular playa. Fue un shock cuando, un año después, me topé con él en una exclusiva y concurrida esquina de San Diego, California, a 2.500 kilómetros de su hogar.

Le pregunté cómo había llegado ahí. Estaba pensando sobre la comida y el dinero para viajar, pero mi amigo me dijo “remé”.

Me llevó un momento darme cuenta que no había remado toda la distancia desde Oaxaca y que simplemente lo había hecho alrededor del muro marino en Imperial Beach. Para esto utilizó la única herramienta que conocía bien: una tabla de surf.

Se puede argumentar que el cruce de mi amigo ocurrió antes de la era actual de hipervigilancia en la frontera, pero visto desde otro ángulo, su técnica indicaba que con el incremento de la vigilancia los migrantes se ven obligados a innovar. Desde que me encontré con mi amigo surfista he estado fascinado con las técnicas que toda clase de migrantes utilizan para evadir la detección y así poder cruzar la frontera: pequeños submarinos, botes hechos en casa y los maleteros de los automóviles; a través de túneles, alcantarillas y tuberías; con escaleras de madera, de cuerda o hechas de personas; en motos acuáticas, caballos y bicicletas.

Esto es lo que aprendí: los métodos para cruzar se amoldan a las mismas defensas que fueron creadas para detener el cruce.



La historia del cruce de indocumentados comenzó caminando, por supuesto. El fundador de las misiones españolas en California, el padre Junipero Serra, cruzó desde Baja California (el estado más al noreste de méxico) hacia Alta California a través de abismos de montaña que incluso hoy son utilizados por los traficantes.

Pese a esto, caminar a través de la frontera es una iniciativa compleja, peligrosa y, en algunos casos, sorprendentemente imaginativa. Para interceptar el tráfico a pie, la Patrulla Fronteriza ahora utiliza trampas con rayos láser, sensores sísmicos, cámaras infrarrojas y drones no letales equipados con tecnología desarrollada para detectar a insurgentes en las cuevas de Afganistán. Pero una de las herramientas más importantes en el arsenal de la Patrulla Fronteriza es también una de las más antiguas: el rastreo de huellas.

Al evaluar las perturbaciones del ambiente (pisadas, ramas rotas, piedras volcadas), los rastreadores de la Patrulla Fronteriza puede reunir una impresionante cantidad de información y luego utilizarla para detener a migrantes ilegales y enjuiciar a sus guías. Los traficantes entienden esto y han ideado técnicas como poner alfombra o grandes bloques de espuma bajo sus zapatos para así esconder las pisadas que dejan al caminar. De esta forma, algunos casos pueden ser un gran misterio incluso para rastreadores expertos.

Conocí a uno de estos expertos de la Patrulla Fronteriza, quien, en condición de anonimato, describió un escenario con el que él y sus colegas se han topado algunas veces. En un popular corredor al este de San Diego vieron repetidamente cómo en ciertas partes del desierto parecía que un viento diabólico se hubiera canalizado, aniquilando cualquier huella de animales o insectos en el suelo arenoso. Ellos sabían que había personas cruzando en esta área, pero no podían entender cómo lograban hacerlo sin dejar ninguna pisada.

Finalmente los agentes decidieron quedarse, esconderse y esperar para ver qué es lo que creaba esto. En un algún punto de esta exploración, el agente escuchó que los migrantes venían desde el sur y luego escuchó un sonido mecánico que venía distante desde el norte.

“Primero pensé que era una motocross porque en esta área también las utilizan”, dijo el agente.

Incluso cuando el sonido se escuchaba en su totalidad, los agentes no podían adivinar qué lo estaba provocando. Finalmente, apareció en escena un hombre que llevaba algo de gran tamaño en su espalda. Era un soplador de hojas. El agente se dio cuenta que el soplador rehacía los pasos de aquellos que caminaban hacia Estados Unidos y luego él desaparecía en México, evitando así su captura.

Para combatir el cruce de la frontera entre México y Estados Unidos, el precandidato presidencial del partido Republicano, Donald Trump, ha logrado que una de las promesas principales de su campaña sea crear “el muro más grande que se haya visto”. Esto pese a que un reciente informe de PEW sugiere que hay más mexicanos volviendo a México que cruzando hacia Estados Unidos.

Olvida por un momento la historia de los muros que no funcionaron (las murallas de Troya, el muro de Adriano, la gran muralla china), el pasado reciente de las barreras nacionales de Estados Unidos puede revelar qué tan efectiva es una estructura de este tipo.

En el año 2011, dos años después que fuera completada una “sección triple” del muro de 5 metros en Tijuana, viajé hasta un barrio mexicano llamado Colonia Libertad para saber qué había pasado con esto. Este era un lugar único porque estaba al lado de la antigua frontera que fue erguida bajo la Operación Guardabarrera (u Operation Gatekeeper en inglés) en el año 1994, y también estaba adyacente a una casa cuya pared trasera se apoyaba en la estructura. Técnicamente estaba en mi país. Esto era porque la barrera había sido instalada un metro más al norte de la línea divisoria entre los países para los trabajadores estadounidenses pudieran reparar el muro desde el lado “mexicano” sin permisos diplomáticos de por medio.

Aprendí sobre esto, irónicamente, a través de la matriarca de la casa que cuidaba la barrera. Ella vivía con su nieto y tenía vista a la nueva construcción, llevada a cabo luego de la Ley de Muro Seguro (o Secure Fence Act en inglés). Ella bromeaba con que debido a cómo su cama estaba situada, dormía con la cabeza en Estados Unidos y los pies en México.

Habían pasado dos años y el muro tenía más parches que los pantalones de una persona sin hogar. Daba la impresión que los “actores transnacionales”, que es como quienes se dedican a las leyes llaman a los traficantes, habían saltado el muro con equipamiento para soldar de alguna forma, habían caminado varios metros al descubierto, habían cruzado el camino de la Patrulla Fronteriza, evadieron la detección de las cámaras e hicieron hoyos en un muro que había costado más de 4 millones de dólares por cada 1.6 kilómetros de construcción. En algún punto el plan fue efectivo, como lo sugería el número de parches de metal.




La Secure Fence Act del 2006, sin embargo, impulsó la creación de más muros. Impulsó la vigilancia. Los traficantes y los migrantes casi siempre enfrentan desafíos de alta tecnología con soluciones de baja tecnología. A veces el clima y el medio ambiente ayudan. Las nieblas marinas desactivan los equipos de vigilancia cuando las moléculas de agua crean ruido atmosférico. Se desactivan el equipo infrarrojo, los sensores láseres en incluso las luces. Como me dijo un traficante de personas en Playas de Tijuana, “la Patrulla Fronteriza debería hacer sus maletas por esta noche”.

La tecnología tiene sus límites. La red fronteriza de más de 12.800 sensores sísmicos bajo tierra pueden ser disparados por lo que sea, arbustos rodantes hecho de ramas secas, ciervos o conejos. Sólo un 4 por ciento de las señales se puede vincular con actividades ilegales, mientras que un 34 por ciento son falsas alarmas y un significativo 62 por ciento está causado por fuentes indeterminadas, según lo reportó el diario Los Angeles Times el año 2012. Los agentes encargados de la ley no confían en los sensores.

Mientras investigaba mi libro “The Coyote’s Bicycle”, descubrí que al menos un traficante había construido una completa operación de tráfico con bicicletas, porque los sensores sísmicos no están calibrados para captar el suave movimiento de las ruedas de una bicicleta manejada por un migrante o un coyote.

De todas formas, existen algunas indicaciones de que los traficantes han comenzado a enfrentar la vigilancia de alta tecnología con respuestas equitativas. Los traficantes de personas y drogas en México han utilizado técnicas para interrumpir e inhabilitar los sistemas de GPS a bordo de los drones no pilotados que vigilan la frontera, según reportó Defense One. Esta suerte de interferencia es un problema que los fabricantes de vehículos aéreos sin tripulación aún no han resuelto. Y en la otra cara, el descubrimiento de un dron que llevaba bolsas de metanfetamina en San Isidro, California, ciudad que comparte la frontera con Tijuana, México, sugiere que los traficantes están dispuestos a llegar hasta al cielo.

Pese a que es difícil encontrar evidencia de hackeos y el uso de tecnología por parte de los llamados actores transnacionales, la misma ecuación que define toda esta iniciativa sugiere que es cosa de tiempo para que los “tipos malos” empiecen a comprender la tecnología. El académico de la frontera, Peter Andreas, intenta explicar esto en su libro “Border Games: Policing the US Mexico Divide” ("Juegos de frontera: vigilando la brecha entre Estados Unidos y México", en español).

Cuando el gobierno prohíbe productos y servicios de valor comercial, como el alcohol o el juego, escribió Andreas, se crea instantáneamente un mercado para esos productos y servicios. Algunos dicen que la prohibición crea a los traficantes. Cuando se prohíbe mano de obra barata y extranjera, la insaciable naturaleza de ese mercado transforma a todos quienes buscan trabajo en traficantes de sí mismos y a los emprendedores de la frontera en coyotes. Y cuantos más recursos ponga el gobierno en esta prohibición, el mercado se vuelve más valioso. Cuanto más dinero se gaste en aplicar esta prohibición, el mercado aumenta su valor. Este excedente de dinero es probable que vuelva a este negocio en la forma de más innovación, mejor equipamiento y tecnología.

La misma naturaleza para hacer cumplir esta prohibición estimula e inspira creatividad y un cambio de tácticas. Hasta cierto punto, los trabajos de quienes cumplen la ley dependen de la creatividad de los traficantes para su existencia.

A.J. Schneller no fue lo suficientemente rápido con su cámara como para tomar una foto del migrante que pilotó su mini submarino hasta llegar a las costas de Imperial Beach, lo que es una pena. Pero no tuvo que esperar mucho para que el cómplice del migrante llegara a buscar el aparato sumergible que estaba escondido entre las rocas.

Schneller pudo fotografiar a este hombre. El cómplice había llevado una bolsa de plástico para guardar el aparato y esperó hasta estar solo para recuperarlo. Un par de meses después, en febrero del 2011, dos personas en trajes isotérmicos fueron encontrados con dos scooters de buceo autopropulsados. Los reportes noticiosos parecían reírse de las agallas de estos ilegales, señalando que los scooters cuestan unos pocos cientos de dólares y que pueden ser comprados en Amazon.




Pero en septiembre del 2011, agentes de la Patrulla Fronteriza detectaron a media docena de estos migrantes, capturaron a uno y sacaron a un hombre ahogado en las olas. Poco después de que los traficantes sumergibles parecían haber sido atrapados, surgió una nueva técnica, esta vez con motos de agua. Los migrantes llegaban a playas tan distantes como Orange County en California y los arrestos en el mar se triplicaron durante los años anteriores.

Los agentes han comparado la protección de la frontera con apretar un globo: presionas un área y la masa se cambiará de lugar. Pero los traficantes han dicho que las barreras fronterizas y la instalación de tecnologías de vigilancia son sólo “humo y espejismos”. “Todo el tiempo el presidente [de Estados Unidos] está intentando tapar el sol con un dedo”, dice un migrante frente al surgimiento de más muros fronterizos.
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